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- El recurso básico de la familia

               La  familia  siempre  ha  sido  considerada  como  un  eje  fundamental  en  la  dinámica
               social  que  modela  el  curso  de  la  enfermedad  mental  crónica.  En  este  sentido  el

               papel reservado a la familia siempre ha sido considerado importante a lo largo de la
               historia.


               En  la  cultura latina  se  tiene al  enfermo  mental  como  una  persona  profundamente

               incapacitada y limitada tanto en su inteligencia como en su capacidad de actuar, se

               recoge este dato en ciertos documentos.


               El furiosus romano no posee inteligencia ni tampoco voluntad de obrar (Digesto 50.
               17, 40), lo que obliga al nombramiento de curatores o cuidadores que velen por él y

               administren sus bienes. La ley de las XII tablas, el primer canon jurídico romano, ya
               identifica a estos cuidadores como los ―agnados‖ o parientes más cercanos a estos

               enfermos, generalmente la mujer y sus hijos. Sobre estos recae por tanto, la curatela

               del enfermo y sólo a falta de estas figuras familiares, el magistrado debe nombrar un
               curator ajeno a la familia.



               Así, el tratamiento de la locura tanto en sus aspectos legales como terapéuticos es
               restringido al marco de los asuntos familiares. Esta característica crucial no variará

               hasta la aparición de las primeras instituciones psiquiátricas, en las que Valencia a
               través del conocido padre Jofre será pionera ya a mediados del siglo XV. Una de las

               bases  de  la  aparición  de  esta  Institución  se  centra  en  la  persistencia  de  la
               representación  social  del  enfermo  mental  como  una  persona  peligrosa,  falta  de

               voluntad y de escasa inteligencia. El interés por tanto se centra principalmente no en

               curar al enfermo, sino en proteger a la sociedad de un peligro potencial, para cuya
               misión se considera insuficiente el papel de la institución familiar.


               Las  críticas  a  este  modelo  institucionalizador  se  desarrollarán  en  el  ámbito  de

               nuestra cultura con los trabajos de Durkheim en 1897 y la aparición en la década de
               los cincuenta de corrientes teóricas que intentan centrar la génesis de la enfermedad

               mental en un marco sociológico de etiología multicausal.








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